domingo, 27 de abril de 2014

El valor de la imagen personal

Fotografía de David Rieri


Cuando alguien habla de la imagen de otra persona o de uno mismo (su vestimenta, su peinado, maquillaje...), se suele dar una connotación superflua y vacía, restando importancia a la apariencia, cuando realmente, esa fachada es la que marca terreno en las relaciones interpersonales.

Nadie es quien es por la ropa que lleva o la marca por la que se declina, está claro, y predominará siempre el refrán "aunque la mona se vista de seda, mona se queda", pero tampoco podemos renegar de que somos vistos antes de ser escuchados, por lo que nuestra imagen es bastante más importante de lo que creemos.

La imagen personal es otro nivel de comunicación no verbal: incluso el color de las prendas que llevamos, dicen algo de nosotros; transmiten cómo nos sentimos ese día o dan ápices de nuestra personalidad. Por ejemplo, una persona de carácter serio, viste colores sobrios, oscuros, apenas estampados pero, ¿cómo viste una persona que está pasando por una mala racha?¿qué colores evita alguien que desprende felicidad a raudales?? Aún, sin darnos cuenta, elegimos los colores en función de nuestro estado de ánimo o nuestra etapa dentro de cualquier ámbito.

Uno de los (muchos) problemas de nuestra sociedad de consumo es que nos saturan de marcas y dobles apariencias, lo que nos lleva a querer imitar a "la famosa del momento" con su "look del momento" y una cosa está muy clara: No por que esté de moda significa que te quede bien.

La imagen no es sólo ponerte esa falda tan bonita y esa sombra de ojos tan resultona; la imagen personal es saber adaptar esa falda en tu silueta y cómo aplicarte esa sombra de ojos según las características de tu rostro. Lo mismo les pasa a ellos: vale, apenas hay maquillajes y no hay faldas, pero el hombre también busca mejoras en su armario que le ayuden a estar cómodo a la par de guapo.

Puedo poner mil ejemplos relacionados con la mujer, pero puedo añadir otros mil dirigiéndome al hombre: hace años escribiría esto dirigiéndome sólo a la imagen femenina, pero el hombre, a día de hoy, es tan coqueto como la mujer y merece la misma atención que ella.






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